Me despierto al aroma del café y los ruidos en la cocina. Escucho el trasiego de la cocina al salón y susurros que no consigo comprender. Cuando ya me he desperezado, arreglado, salgo de mi habitación y un millón de aromas llegan a mi. No sabría muy bien por cual de todos esos aromas decidirme. Mi suegra me recibe a la puerta de la cocina con una gran sonrisa y un "Sabah al kheir benti" (Buenos días hija). Me acompaña al salón, donde han preparado una mesa espectacular para mi. En ella hay de todo, huevos duros, embutido, mermeladas, miel, dátiles, pan, termos con café y con leche... y en el centro presidiendo la mesa un gran plato con unas tortitas con muchos agujeritos que parecen esponjas. Me invitan a sentarme y como casi siempre al lado de mi suegro, que ameniza el desayuno con historias de antes. Pregunto por esas tortitas y me explican lo que son. Como hay que probar cosas nuevas, decido que lo primero que tengo que comer son los BAGRER. ya co